16 mayo 2023
Prof. Umberto TRIULZI
Universidad de Roma "La Sapienza
La reflexión que propongo hoy a la Asociación Jean Monnet aborda un tema de gran valor estratégico para el papel de la UE a escala internacional. En los próximos meses y años, la UE tendrá que hacer frente a retos de gran intensidad e importancia mundial: reducir la pobreza y la desigualdad, promover un crecimiento económico compatible con la protección del medio ambiente, la salud, el trabajo digno y la igualdad de género, fomentar la independencia energética, la innovación, la seguridad, la defensa de la democracia y los derechos humanos. Retos que situarán a la UE en competencia con las principales potencias industriales y tecnológicas del mundo, empezando por Estados Unidos y China.
Pero la UE también tendrá que lidiar con Estados de menor peso económico pero muy decididos a afirmar su presencia política y militar, empezando por Rusia, Turquía e Irán, en una región periférica del Mediterráneo y Europa del Este que tradicionalmente ha sido de interés para la Europa europea pero en la que, debido al cambio de estrategia de la política exterior estadounidense y a la incoherencia de las políticas europeas de cooperación, han surgido nuevas alianzas geopolíticas y viejas y nuevas rivalidades que amenazan la seguridad de la UE.
En un contexto de relaciones internacionales y geopolíticas particularmente crítico, deteriorado aún más por los fenómenos proteccionistas vinculados a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, los efectos de la pandemia del Covid-19 aún no vencidos en Europa y en el mundo, la guerra rusa en Ucrania con repercusiones humanas y económicas devastadoras, debemos preguntarnos qué papel puede desempeñar la UE para garantizar los objetivos no sólo de una recuperación sostenible, equitativa e integradora, sino también la restauración de los principios democráticos, el respeto de los derechos humanos y las normas compartidas que han sustentado el desarrollo económico de Europa y de las principales economías occidentales en los últimos 60 años.
Para responder a esta pregunta, en primer lugar es necesario analizar las políticas decididas por la UE y los Estados miembros en respuesta a los trágicos acontecimientos de los últimos tres años en particular. Éstos no tienen precedentes en la historia económica reciente por su intensidad, la magnitud de su impacto y sus características. De hecho, investigar estos acontecimientos lleva a poner de relieve la diferencia sustancial que se puede encontrar, no sólo en Europa, en las políticas puestas en marcha para superar las crisis más recientes en comparación con las activadas tras la gran crisis financiera de 2007-2008. Expliquemos por qué.
La contracción económica inducida por la pandemia de Covid-19 (enero de 2020) y la subida de los precios de la energía tras la guerra desencadenada por la invasión rusa de Ucrania (febrero de 2022) son fenómenos económicos inducidos en gran medida por las políticas puestas en marcha por los países avanzados para hacer frente a estas crisis. Para evitar la propagación del Covid-19, las autoridades políticas de los Estados más afectados por esta epidemia han intervenido con el cierre de todas las actividades económicas, productivas, comerciales y turísticas, con la consiguiente caída de los ingresos y del consumo, un impacto negativo en el empleo, un aumento del número de nuevos pobres y un deterioro de la calidad de vida de todos.
Para conseguir que Rusia renuncie al "operación militar especial A raíz de la "guerra contra el terror" en Ucrania, la UE y muchas otras economías avanzadas, como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Japón y Australia, han introducido sanciones económicas y otras medidas comerciales y financieras restrictivas con la intención de debilitar la capacidad de Rusia para financiar la guerra, afectando a sectores vitales de la economía (principalmente la industria extractiva) y a los intereses de la oligarquía rusa. El efecto inmediato de estas políticas ha sido provocar, debido a la contracción de los suministros de gas ruso a Europa (-40% en 2021; -45,5 % en 2022) fuertes movimientos especulativos en el mercado europeo del gas, el aumento de los precios de la energía y de otras materias primas y semiproductos importantes, lo que ha provocado la reanudación de la inflación, la ralentización de la economía y el comercio y, para algunos países europeos, el inicio de fases recesivas.
¿Existen medidas alternativas?
En los dos últimos años se han producido acontecimientos dramáticos con importantes costes económicos y sociales en la mayoría de los Estados avanzados, no sólo en la sancionada economía rusa. ¿Se podrían haber tomado medidas alternativas?
En el caso de la pandemia, era difícil imaginar alternativas a la cierreY ello a pesar de que las medidas adoptadas por los Estados más afectados por la pandemia, tanto en Europa como en el resto del mundo, no siempre fueron coherentes y coordinadas. De ahí los errores de la fase inicial de la propagación del Covid-19, con la escasez de medicamentos y productos sanitarios necesarios para protegerse, los retrasos en las intervenciones que debían activarse, la saturación de los hospitales y las crecientes protestas en torno a Novax. El choque de oferta y demanda inducido por las medidas restrictivas adoptadas era inevitable, pero también hay que añadir, y esta es la nota positiva para los Estados miembros de la UE, que la reacción desencadenada por las autoridades nacionales y europeas para el suministro de vacunas contra el Covid y las posteriores campañas de vacunación, la coordinación puesta en marcha por la UE y los Estados miembros para reforzar los sistemas sanitarios nacionales y proteger la salud de los ciudadanos (distanciamiento social, cierre de escuelas, plantas de producción y comercios, trabajo inteligente) han contribuido a contener la propagación del virus, salvar vidas y apoyar, con Próxima generación de la UE la recuperación económica de los países de la UE y también facilitar la transición ecológica y digital.
Las sanciones y medidas restrictivas activadas contra Rusia, entre las mayores y más numerosas impuestas a una gran potencia desde la Segunda Guerra Mundial, no han logrado el objetivo deseado de hacerla desistir de continuar la guerra en Ucrania. La historia enseña que tales medidas, activadas individualmente por Estados y/u organizaciones internacionales, pueden producir importantes costes económicos para las economías del Estado que ha cometido graves crímenes, pero no cambian su comportamiento ni evitan consecuencias aún mayores y más dramáticas a escala global. Así ocurrió con las sanciones decididas por la Sociedad de Naciones tras la invasión italiana de Etiopía (1935), suspendidas tras sólo siete meses debido a la reticencia de muchos Estados miembros a aplicarlas y a la falta de obligaciones formales de cumplimiento. Esto ocurriría más tarde con las sanciones internacionales contra Irak tras la invasión de Kuwait y en muchas otras situaciones en las que la aplicación de sanciones de la ONU o de Estados individuales contra quienes habían violado obligaciones internacionales resultó ineficaz como elemento disuasorio.
En Instituto Peterson de Economía Internacionalque lleva más de 25 años publicando estudios sobre la eficacia de las sanciones, estima en un examen de 204 regímenes de sanciones económicas entre 2007 y 2014 que sólo 34% de las sanciones lograron su objetivo. Estas medidas tienden a crear mayores efectos para los países de origen que para los de destino de las sanciones, especialmente cuando las relaciones comerciales y económicas entre ambos bloques de países son estrechas. La globalización económica y las finanzas internacionales, con la reducción de las importaciones energéticas procedentes de Rusia y la congelación de las cuentas corrientes y otros tipos de restricciones financieras activadas hasta ahora, han contribuido a aumentar el coste de las sanciones, pero también a una caída de las exportaciones de muchos bienes y servicios de los países, especialmente europeos, que comercian con Rusia. Aunque a menudo las sanciones han resultado ineficaces, son el arma que más ha utilizado Occidente en sus disputas internacionales con países como Irán, Rusia, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y China.
Las consideraciones que se desprenden de la lectura de los estudios que han abordado esta cuestión siguen siendo válidas (Lebrun-Damiens, Allard 2012 ; Felbermayr et al. 2020; Hufbauer, Hogan, 2022) : 1) los efectos de las sanciones no pueden generalizarse, sino que deben estudiarse caso por caso; 2) los costes de las sanciones introducidas para sectores específicos, en comparación con las de carácter universal que afectan a todas las actividades productivas, se concentran principalmente en las empresas que operan en estos sectores; 3) las sanciones tienden a ser más eficaces si van acompañadas de sanciones definidas como "secundarias", ya que pretenden afectar a activos financieros y empresas individuales o penalizar a particulares que hacen negocios con el Estado sancionado; 4) las sanciones sobre materias primas y bienes industriales importantes, precisamente por el papel que desempeñan en el comercio mundial, como en el caso del gas, el petróleo crudo y los productos refinados, tienden a ser menos eficaces porque el Estado sancionado puede eludirlas reorientando las exportaciones hacia países que se han declarado neutrales; 5) las sanciones económicas deben evaluarse a largo plazo, pero el mayor horizonte temporal hace más difícil evaluar tanto los riesgos de efectos adversos sobre la población civil (escasez de productos de primera necesidad y medicamentos, colapso de la moneda, aumento de los precios, incremento de la pobreza), tanto porque las sanciones tienden a reforzar a los Estados gobernados por regímenes autocráticos y totalitarios, como porque aumenta el riesgo de escalada de las armas ofensivas utilizadas
Para dar una respuesta completa a la pregunta de si era posible utilizar sanciones diferentes y/o adicionales a las activadas por la UE y las principales economías avanzadas, debemos analizar con más detalle tres situaciones interrelacionadas: las razones del conflicto, los crímenes cometidos por Rusia en las regiones ocupadas y las reacciones de las instituciones internacionales y los Estados más influyentes tras la invasión de Ucrania.
Empecemos por las razones del conflicto ruso-ucraniano, es decir, desde febrero de 2014, cuando Rusia invadió y luego anexionó, tras el farsesco referéndum de marzo de 2014, Crimea, región de mayoría rusófona que permaneció en Ucrania tras la disolución de la Unión Soviética. En realidad, el conflicto ruso-ucraniano surgió durante la presidencia de Yanukóvich (2010-2014) entre partidarios prorrusos presentes sobre todo en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, habitadas por 3,7 millones de personas, y defensores prooccidentales de una alianza de Ucrania con la UE, A ellos se unieron grupos nacionalistas y fascistas de derechas que desembocaron en el levantamiento de los mayas (llamado así por la plaza principal de Kiev donde se celebraron la mayoría de las manifestaciones antirrusas) y la expulsión del poder del presidente Yanukóvich. Tras este suceso, grupos armados prorrusos, apoyados por Moscú, tomaron el control de los edificios gubernamentales de ambas regiones, declararon la independencia de Ucrania y convocaron un referéndum en el que la mayoría votó a favor de la anexión a Rusia (mayo de 2014). Rusia, en un intento por mantener su influencia en ambas regiones y asegurarse de que Ucrania se retira de un posible ingreso en la OTAN, envía a sus soldados a la frontera sur con Ucrania. Los años 2014 a 2021 ven el lanzamiento de varios intentos de poner fin al conflicto que estalló en la región de Donbass, el primero con los acuerdos firmados entre Ucrania, los separatistas prorrusos, Rusia y la OSCE (septiembre de 2014) y el segundo con los acuerdos de Minsk, firmados por Rusia, Ucrania, Alemania y Francia en 2015, que no conducirán a un cese de las hostilidades en ambas regiones, quedando de facto sin aplicar.
La invasión de las tropas rusas, que comenzó el 24 de febrero de 2022 con el objetivo de recuperar el control político y militar de Ucrania, marcó el inicio de un conflicto armado que, en el corto espacio de un año, ha provocado enormes pérdidas humanas y económicas, miles de muertos y heridos civiles y militares, miles de ucranianos deportados a Rusia, 6,5 millones de desplazados internos y más de 4 millones de ucranianos que huyeron del país, la destrucción de ciudades enteras, pueblos, infraestructuras de transporte, viviendas civiles, edificios públicos, fábricas, instalaciones sanitarias, teatros, centrales eléctricas, por un daño total estimado por el Escuela de Economía de Kiev a más de 250.000 millones de dólares. Los costes de reconstrucción del país serán muy superiores a esta cifra. La OCDE estima que los daños económicos derivados de la guerra en Ucrania, la subida de los precios de la energía y los alimentos, y en general de las principales materias primas, la caída del PIB y el aumento de la inflación, provocan en los países devastados por la guerra y en el resto del mundo unos costes económicos estimados en más de tres billones de dólares.
En febrero de 2022, tras la invasión rusa, Ucrania, a pesar de que ambos Estados en conflicto habían firmado la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, recurrió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para argumentar que la invasión era ilegítima debido a la necesidad de Rusia de poner fin a la "guerra contra el terror". genocidio de millones de personas que viven en Luhansk y Donetsk "El Tribunal de Primera Instancia de las Comunidades Europeas, en su sentencia de 11 de diciembre de 2003, desestimó el recurso de Ucrania, rechazó la objeción formulada en el escrito de defensa de Rusia, a saber, la falta de competencia del Tribunal, reconoció que la operación militar emprendida por la Federación de Rusia se había llevado a cabo con el objetivo de evitar la muerte de civiles y la destrucción de bienes y propiedades. Como es bien sabido, el Tribunal estimó el recurso de Ucrania, rechazó la objeción planteada en el escrito de defensa de Rusia, a saber, que el Tribunal carecía de jurisdicción, y reconoció que la operación militar especial causó daños irreparables a la vida, a los derechos de propiedad de los ciudadanos y al medio ambiente de Ucrania.
En cuanto a los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas, como demuestra el descubrimiento de numerosas fosas comunes de cientos de soldados y civiles torturados y asesinados en Bucha, Izyum, Borodyanka, Makariv y otras ciudades recientemente liberadas por el ejército ucraniano, Ucrania, aunque no es parte de la Convención, presentó dos declaraciones en 2014 y 2015 aceptando la jurisdicción de la Corte Penal Internacional para los crímenes cometidos por Rusia en su territorio. En febrero de 2022, el fiscal de la Corte Penal Internacional de La Haya, Karim Khan, lanzó la iniciativa contra los crímenes cometidos por las tropas rusas argumentando que había " una base razonable "creer que los delitos son competencia del Tribunal.
La Corte Penal Internacional (CPI) emitió el viernes 17 de marzo de 2023 una orden de detención contra el presidente ruso Vladimir Putin por el crimen de guerra de "deportación ilegal" de niños ucranianos.
Los hechos son conocidos y no necesito decir más. ¿Podría haberse hecho más para detener la invasión, evitar los crímenes cometidos por las tropas rusas y salvar a Europa y a gran parte del mundo occidental del desafío más grave a la estabilidad económica, política y militar en décadas?
Recurso a la ONU y al Consejo de Seguridad
La invasión de Ucrania fue una violación flagrante del Artículo 2 (párrafo 4) de la Carta de la ONU, que prohíbe el uso de la fuerza. contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas" . Las razones dadas por el presidente Putin el día de la invasión para justificar la intervención armada, el uso de la legítima defensa de acuerdo con las disposiciones del artículo 51 de la Carta de la ONU por los crímenes contra la humanidad cometidos por el ejército ucraniano en el Donbass, no sólo no tienen ninguna base moral y legal, sino que son una violación de las normas internacionales que todos los estados miembros de la ONU, incluida Rusia, han aprobado[1].
El uso del poder de veto tiene una larga historia que precede a la decisión adoptada por Estados Unidos de crear, al final de la Segunda Guerra Mundial y junto con los países vencedores, un organismo internacional para la defensa de la paz y la seguridad colectiva con un papel y una organización diferentes a los de la Sociedad de Naciones, en la que Estados Unidos nunca participó. No es necesario recordar aquí todos los intentos de reforma de la Carta de las Naciones Unidas que hasta ahora han fracasado debido al antagónico equilibrio de poder entre los cinco Estados miembros con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad (CS) y el poder de veto. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar la incoherencia temporal, que se ha acentuado a lo largo de los años con el aumento del número de Estados miembros de 50 a 193, entre los ambiciosos objetivos y principios definidos por los primeros artículos de la Carta que los países miembros deben respetar y el poder de decisión casi totalmente paralizado del Consejo de Seguridad, sobre todo cuando se le pide que defienda los objetivos y principios fundacionales que están en la base misma de las Naciones Unidas.
Desde 1945, el veto ha sido utilizado 295 veces, 143 por la Federación Rusa, 86 por Estados Unidos, 32 por el Reino Unido, 18 por Francia y 16 por China. Francia y el Reino Unido no han utilizado el veto desde diciembre de 1989, cuando, junto con Estados Unidos, vetaron la condena de la invasión estadounidense de Panamá.
Pero Francia ha hecho algo más que los otros cuatro países con derecho a veto. En 2013, presentó una propuesta de compromiso voluntario y colectivo de los cinco miembros permanentes del Consejo para no utilizar el veto en caso de actos manifiestos de atrocidades masivas. Posteriormente, el presidente francés, François Hollande, confirmó en la 70ª Asamblea General de la ONU, en octubre de 2015, que Francia dejaría de utilizar el veto en las resoluciones del Consejo de Seguridad relativas a situaciones de atrocidades confirmadas, como genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra a gran escala. La iniciativa de Francia, llevada a cabo conjuntamente con México, contó con el apoyo de 106 Estados miembros de la ONU.
El recurso a la ONU, la organización más importante para la defensa de la paz y la seguridad internacionales, a las disposiciones de la Carta fundacional aprobada en 1945 y a las resoluciones del CdS, el único órgano facultado para decidir sobre el uso de la fuerza en las relaciones entre Estados, aunque sea en condiciones específicas o autorizadas, como prevé el artículo 39 del Capítulo VII, ha tenido un resultado negativo.
Una primera resolución propuesta por Albania y Estados Unidos en el CdS (febrero de 2022) para la condena de la agresión militar de Rusia, instando al cese del uso de la fuerza y " retirar inmediata, completa e incondicionalmente todas sus fuerzas militares "La propuesta de resolución condenando la anexión de Ucrania en violación del artículo 2(4) de la Carta de la ONU, tras haber sido aprobada por 81 Estados miembros y el CdS con 11 de los 15 países miembros y 3 abstenciones (China, India, Emiratos Árabes Unidos), fue bloqueada por el voto negativo de Rusia. El proyecto de resolución también condenaba las anexiones de las 4 regiones ucranianas tras los referendos considerados ilegales en estas regiones (Donetsk, Luhansk, Zaporijia y Kherson).
Una segunda resolución del CdS (marzo de 2022) de condena por la invasión de Ucrania y el cese de la guerra, que llegó tras el discurso de Putin a la Nación anunciando el inicio de la operación militar especial, fue rechazada por el recurso de veto de Rusia. Sin embargo, el Consejo de Seguridad decidió investir a la Asamblea General en una sesión de urgencia de la que salió la resolución titulada "El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional". Agresión contra Ucrania "Se aprobó con 141 votos a favor, 35 abstenciones y 5 en contra (Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Siria y Eritrea).
La Asamblea General aprobó una resolución (abril de 2022) con la exigencia de EE.UU. de suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, con una mayoría de 2/3 de los Estados miembros votantes, 93 a favor, 58 abstenciones y 24 votos en contra (entre ellos Rusia, China, Cuba, Corea del Norte, Irán, Siria y Vietnam).
En abril de 2022, una nueva resolución adoptada por la Asamblea General y patrocinada por 86 Estados miembros con la petición a los cinco miembros permanentes del CdS de que justificaran el uso del veto, que contó con el apoyo de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, no cambió mucho la situación, ya que la resolución no es vinculante y no hay obligación de que un Estado se justifique.
Un nuevo proyecto de resolución (septiembre de 2022), presentado por Albania y Estados Unidos, en el que se pide el no reconocimiento de las regiones anexionadas por Rusia y "una revisión exhaustiva de la situación en la región". retirar inmediata, completa e incondicionalmente todas sus fuerzas militares "El informe, que fue aprobado por el Comité de Ministros en diciembre de 2005, recibió el apoyo de 10 de los 15 Estados miembros del CdS, con cuatro abstenciones (Brasil, China, Gabón e India) y el voto en contra de Rusia.
El 24 de febrero de 2023, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, en una sesión especial, una resolución para el " cese de hostilidades". y dirigido a "requerir" que Rusia "retirar inmediata, completa e incondicionalmente todas sus fuerzas militares del territorio ucraniano dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas del país ". Una votación en línea con las anteriores resoluciones de la ONU, 141 votos a favor, 32 abstenciones, 7 en contra (Rusia, Bielorrusia, Siria, Corea del Norte, Mali, Nicaragua y Eritrea).
El conflicto en Ucrania ha reabierto con fuerza el debate sobre el ejercicio del veto, pero a la luz de la situación brevemente resumida aquí, y teniendo en cuenta que la reforma de la Carta a corto plazo es poco probable, la posibilidad de obtener una resolución internacional para detener la guerra y ver a Rusia retirar sus tropas de Ucrania parece muy limitada.
La composición del Consejo de Seguridad, que no ha variado desde 1945, salvo el número de miembros no permanentes, y su limitada capacidad de decisión en la defensa de la paz y en la gestión de conflictos, han llevado a muchos a considerar que esta institución ya no tiene autoridad para llevar a cabo las tareas que le encomienda la Carta, ni legitimidad para representar y defender la seguridad de los 193 Estados miembros de la ONU.
Seguir defendiendo a Ucrania mediante el envío no sólo de ayuda económica sino de armamento cada vez más sofisticado, que inevitablemente llevará a Rusia a responder con instrumentos ofensivos cada vez más potentes y la movilización de cientos de miles de tropas rusas para defender los territorios conquistados, puede ser una medida necesaria para confirmar la solidaridad y la ayuda occidentales contra la agresión rusa y reafirmar el respeto del derecho internacional, pero no es suficiente para detener la guerra.
La política y la diplomacia deben intervenir de manera más decidida y creíble, multiplicando y reforzando las iniciativas lanzadas a nivel internacional (ONU, UE, G7, G20) para poner fin a la guerra, proponiendo soluciones para detener el conflicto y promoviendo, con la participación de sujetos de derecho internacional que garanticen la neutralidad y la imparcialidad, la reanudación de las negociaciones hoy interrumpidas entre los dos Estados en guerra. Pero estas intervenciones deben ir acompañadas también de manifestaciones de apoyo al pueblo ruso, para que no se vea arrastrado a una guerra por el régimen actual, que está penalizando gravemente su economía y destruyendo sus perspectivas de futuro, para que no se resigne a la idea de que el conflicto de Ucrania no puede detenerse porque lo apoyan, o al menos no lo obstaculizan, países abiertamente críticos con la política de Estados Unidos y de la OTAN. Son necesarios llamamientos a toda la sociedad civil y a las instituciones nacionales, europeas e internacionales para que se muestren solidarias en la defensa del Estado de Derecho, del principio de responsabilidad colectiva que debe compartirse para garantizar la integridad territorial y la independencia política de cualquier Estado.
Esta situación de guerra no terminará a corto plazo y " no tendrá ganadores "Como dijo Amin Awad, Enviado Especial de la ONU para Ucrania, en el centésimo día del conflicto, es importante que se abran espacios de intervención a las organizaciones internacionales y a los Estados que, por su historia, sus éxitos hasta la fecha y sus compromisos internacionales, tienen autoridad y legitimidad para pedir el restablecimiento de la paz y ofrecer protección internacional en caso de genocidio u otras masacres o graves violaciones de los derechos humanos.
Amenazas a la seguridad europea: el papel de la UE y Francia
La UE es sin duda uno de los organismos internacionales más importantes. Es el mayor contribuyente financiero, junto con los Estados miembros, al presupuesto general de la ONU y es la organización regional más avanzada y democrática del mundo, con una estructura de gobernanza institucional única formada hoy por 27 Estados miembros que se han adherido voluntariamente a sus normas de funcionamiento (el acervo comunitario), a su modelo de integración y cuyos ciudadanos eligen desde 1979 a sus representantes en el Parlamento Europeo, que tiene poderes de control democrático sobre las instituciones europeas y de codecisión, con el Consejo, en casi todos los ámbitos de competencia de la UE.
La UE obtuvo el estatuto de observador permanente en la Asamblea General en 1974 y desde 2011 tiene derecho a intervenir en la AG, en primer lugar entre otros grupos presentes en la sede de la ONU, por lo que puede tomar medidas para emprender acciones compartidas con los Estados miembros para poner fin a la guerra en Ucrania y restablecer la paz. El mismo poder para intervenir en la AG se concede también a las instituciones de la UE: el Presidente del Consejo Europeo, la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la Comisión Europea y la delegación de la UE.
La guerra en Ucrania representa un fuerte elemento de inestabilidad y una amenaza directa para la seguridad de la UE, de los Estados miembros y de los Estados de la vecindad oriental y occidental, a la que debe darse una respuesta firme y unificada, tal como prevé el Tratado de Lisboa. En el Informe Anual 2022, el Parlamento Europeo afirmó: " La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y las graves y masivas violaciones, crímenes de guerra e infracciones intencionadas de los derechos humanos y de las normas fundamentales del Derecho internacional por parte de la Federación Rusa han puesto de manifiesto la necesidad de una acción y una presencia más firmes, ambiciosas, creíbles, estratégicas y unificadas de la UE en la escena mundial."
Es en este papel donde la UE, de acuerdo con sus instituciones y Estados miembros, algunos de ellos directamente amenazados por el conflicto ruso-ucraniano y en el caso de Europa del Este por la política expansionista rusa de Putin (Moldavia, Georgia), puede presentar propuestas y enmiendas para reclamar un mayor compromiso con las acciones y operaciones de prevención de conflictos ritmo y pedir a los miembros permanentes del CdS que respeten las obligaciones que les incumben en virtud de los artículos de la Carta (artículo 2, apartados 3 y 4; artículo 24, apartado 1; artículo 27, apartado 3).
Otra acción de la UE consiste en pedir a la Asamblea General de las Naciones Unidas que reanude enérgicamente el debate sobre la necesidad de garantizar, en particular cuando el CdS no esté en condiciones de actuar de conformidad con las disposiciones de los artículos 10 y 11 de la Carta, que las decisiones adoptadas por 2/3 de los Estados miembros, aunque hayan sido rechazadas inicialmente por uno o varios miembros permanentes del Consejo de Seguridad, puedan volver a proponerse y validarse en resoluciones posteriores. Nos referimos aquí en particular a la resolución de la Asamblea General de la ONU de marzo de 2022 que, reunida en sesión de urgencia, condenó por abrumadora mayoría la intervención rusa e impuso el cese de las hostilidades.
Esta resolución tiene un importante precedente, la resolución 377A adoptada por la Asamblea General en 1950 durante la crisis coreana, Unidos por la pazLa Comisión Europea, en sustitución del Consejo, que no podía tomar decisiones por falta de unanimidad de los miembros permanentes, decidió reunirse en "el Parlamento Europeo". sesión extraordinaria de urgencia Es responsabilidad del Consejo de Europa "tomar medidas urgentes, incluido el uso de la fuerza armada si se considera necesario para el restablecimiento de la paz y la seguridad internacionales".
La Unión Europea, junto con los Estados miembros y las Naciones Unidas, debe tomar medidas decisivas para sensibilizar a la Asamblea General para que adopte una nueva resolución Unidos por la paz en una sesión extraordinaria de urgencia para conjurar el riesgo de conflicto que podría desembocar en la amenaza nuclear y pedir la adopción inmediata de las medidas previstas en el Capítulo VI de la Carta para el arreglo pacífico de las controversias (como el nombramiento de un "representante especial" para la mediación, el recurso a organizaciones o acuerdos regionales, el recurso al Tribunal de Justicia Internacional, la recomendación de procedimientos o métodos de arreglo adecuados, etc.).
Una segunda cuestión política importante es Francia, el único Estado de la UE que es miembro permanente del Consejo de Seguridad y que ha contribuido significativamente al debate sobre el veto al renunciar a su uso en 2015 en resoluciones sobre crímenes masivos y atrocidades. Francia es también el país que, junto con China, menos ha recurrido al veto (18 veces), no lo utiliza desde hace más de 25 años y trabaja desde hace tiempo para que la actuación del CdS sea más transparente y se reduzcan al máximo las injerencias políticas cuando está en juego la defensa de lo que se percibe como los valores fundacionales de la comunidad internacional.
Con la intención de promover la adopción de recomendaciones destinadas a acelerar la asunción de la responsabilidad colectiva de los miembros permanentes del CdS en asuntos que puedan poner en peligro la paz y la seguridad internacionales, Francia, con el apoyo del miembro no permanente del CdS que representa a Europa Occidental (actualmente y hasta 2024 Malta) y de los Estados de la Unión, podrá promover acciones destinadas a :
- fomentar la reanudación de las negociaciones entre las partes en conflicto, pero con la participación y mediación de organizaciones internacionales y Estados que hayan demostrado su autoridad y neutralidad, proponiendo también una posible ampliación de los negociadores a países que se hayan declarado disponibles para la mediación (China, Turquía, Israel)
- ejercer su influencia como miembro permanente del Consejo para acordar con Estados Unidos y Gran Bretaña las acciones que se propondrán al Consejo para la condena de los Estados miembros que hayan cometido actos de agresión o quebrantamiento de la paz y/o acciones contrarias a los principios de la justicia y del derecho internacional
- promover iniciativas para comprometerse con el pueblo ruso y comunicar la solidaridad de la población europea en favor de soluciones diplomáticas que puedan conducir al fin de la guerra y a la retirada simultánea de todas las sanciones
- promover con los Estados miembros una o varias jornadas europeas de oposición a la invasión de Ucrania y a favor de la paz que se celebren en las principales ciudades de la UE, convocando a todos aquellos que comparten la defensa de unas relaciones amistosas entre naciones basadas en el respeto y en los principios de igualdad de derechos y autodeterminación de los pueblos -ciudadanos, partidos políticos, sindicatos de trabajadores, asociaciones laicas y religiosas, familias y jóvenes de todas las edades- a salir a la calle en una manifestación pacífica y silenciosa, sin banderas ni símbolos partidistas, contra la guerra de Putin.
La respuesta a la guerra de Rusia no debe consistir únicamente en sanciones económicas y en el envío de ayuda económica y armamento, sino que requiere una estrategia compartida con las instituciones democráticas y los regímenes políticos que han expresado con firmeza y sin titubeos su condena a la invasión de Ucrania. También es necesario activar soluciones políticas y diplomáticas que permitan aumentar el número de Estados que compartan estas iniciativas, así como ampliar el frente de oposición representado por la sociedad civil, principalmente europea, y por quienes no quieren dejar a la población ucraniana y rusa a merced de los sacrificios y las pérdidas humanas y económicas causadas por la guerra.
[1] La propia Corte Internacional de Justicia, principal órgano judicial de las Naciones Unidas, en relación con el derecho individual y colectivo a la legítima defensa (artículo 51), ha dictaminado en repetidas ocasiones que el derecho a la legítima defensa armada debe respetar los parámetros de necesidad, proporcionalidad y no violación del derecho internacional humanitario.